Musa, pintora, poeta.

Todos conocemos, quizás sin saberlo, las facciones de Elizabeth Siddal. Su rostro es uno de los más famosos de la Historia del Arte, y desde luego, el icono por excelencia del Prerrafaelismo. Sí, estamos hablando de “Ofelia” de Millais. Pero tras ese rostro angustiado hay mucho más: una vida de desdichas, una mujer con aspiraciones artísticas, una pintora, una poeta. Elizabeth Siddal.

  • Biografía

Elizabeth Eleanor Siddall, más conocida como Lizzie Siddal, nació el 25 de julio de 1829 en el seno de una familia humilde. Si bien no fue a la escuela, Lizzie aprendió a leer y a escribir en casa. Su primer contacto con la poesía, por la que desarrollaría una gran pasión, fue de niña cuando descubrió en su casa que la mantequilla había sido envuelta con un trozo de periódico que contenía un poema de Alfred Tennyson.

Lizzie comenzó a trabajar en una sombrerería para ayudar económicamente a su familia. Allí fue “descubierta” por el pintor Walter Deverell. La belleza de Lizzie estaba completamente fuera de los cánones de la época: era demasiado delgada, demasiado alta, y, por si fuera poco, era pelirroja, algo bastante mal visto en el siglo XIX. Aun así,  Deverell no la consideró hermosa si no casi lo contrario: lo suficientemente corriente como para encarnar al personaje que él quería retratar.

En el apartado de “modelo” veremos cronológicamente todas las obras en las que posa Lizzie, pero a grandes rasgos: primero posa para Deverell, que era un pintor cercano a la recientemente fundada Hermandad Prerrafaelita, con quienes compartía ideales aunque no era integrante. Los miembros de la Hermandad Prerrafaelita quedaron impresionados ante la belleza de Lizzie, ya que encarnaba los principios que ellos defendían.

Posó en varias ocasiones para los tres prerrafaelitas por excelencia: William Holman Hunt, John Everett Millais y Dante Gabriel Rossetti. Su relación con Dante Gabriel Rossetti merece mención aparte, por lo que le dedicaremos un apartado exclusivo.

El momento más decisivo de su vida fue cuando posó como “Ofelia” para John Everett Millais.

Ofelia. John Everett Millais.

Millais quería representar la muerte de Ofelia, inspirándose en la obra “Hamlet” de William Shakespeare. En esta obra, Ofelia cede a la locura ante el maltrato psicológico que sufre por parte de su amado Hamlet y tras el asesinato de su padre, y se suicida arrojándose al río. Para que pueda ser enterrada con dignidad, afirman que no fue un suicidio si no que se tropezó mientras cogía flores, aunque toda la corte sabía que la locura estaba alojándose en la cabeza de Ofelia desde hacía tiempo.

Para esta obra maestra, Millais hizo posar a Lizzie en una bañera todo el invierno. Colocaba gran cantidad de velas encendidas debajo de la bañera para mantenerla caliente. Hay que tener en cuenta que Millais era prerrafaelita, y eso significa por defecto que era perfeccionista y prestaba gran atención a los detalles, por lo que pasaba horas absorto pintando minuciosamente. En una de esas tardes, las velas se apagaron. Lizzie, que tenía una gran sensibilidad artística, no quiso interrumpir el trabajo de Millais, pues instintivamente sabía que sería una gran obra. Así, fue pasando cada vez más frío, hasta que casi se muere de hipotermia.

Cuando Millais se dio cuenta de que su modelo estaba completamente sumergida en agua fría, llamó a los médicos y consiguieron salvarla, pero padecía una neumonía severa. Como medicamento, le recetaron láudano, un tipo de “medicina” más cercana a la droga, dado que es un opiáceo.

Tras eso, y también por los celos de Rossetti a compartir a su amada y su fuente de inspiración, Rossetti le “pidió” que no posase para nadie que no fuese él.

El resto de la vida de Lizzie fue bastante infeliz. Dependió del láudano toda su vida, haciéndose adicta. Comenzó una prometedora carrera artística, que trataremos en los siguientes apartados, que se vio truncada por su depresión.

Su frágil estado de salud y su adicción al láudano solo empeoraban una situación ya de por sí fatídica: la tormentosa relación con Rossetti. Si bien él tenía sentimientos por ella, su deseo carnal hacía que le fuese infiel constantemente, hecho que Lizzie sospechaba.

En 1860, ante la decadente salud de Lizzie, Dante accedió a casarse con ella en la iglesia más cercana a su residencia. Tuvo que ser llevada pese a la cercanía del lugar porque apenas podía mantenerse en pie. En la ceremonia no estuvieron presentes ni familiares ni amigos, y como testigos usaron a un par de viandantes que paseaban por la calle en ese momento. Esto nos habla de lo precipitado del enlace: al ver que podía morir en cualquier momento, Rossetti quiso cumplir la única voluntad de su amada, casarse con él.

Entonces, la salud de Lizzie mejoró un poco, seguramente impulsada por la alegría del matrimonio. Para el año siguiente, Lizzie se quedó embarazada y el júbilo llenó sus vidas. Pero duró poco, ya que antes de tiempo Lizzie dio a luz a una niña muerta, cayendo de nuevo en una profunda depresión. Las infidelidades de Rossetti no cesaban, y Lizzie caía cada vez más en una tristeza sin fondo que solo aliviaba con láudano.

Una noche, cuando Rossetti volvió a casa, encontró que Lizzie había bebido una botella entera de láudano. Llamó a todos los médicos que pudo, pero no pudieron hacer nada por ella. Lizzie Siddal había muerto.

Según se cree, pudo ser un suicidio, y hay fuentes que indican que Rossetti confesó a Ford Maddox Brown (pintor cercano a la Hermandad) que había encontrado una nota de suicidio, y este le recomendó destruirla para que su esposa pudiese tener un entierro digno, ya que el suicidio se consideraba pecado. Si lo pensamos, es una situación parecida a la vivida por Ofelia en Hamlet: completamente presa por la locura, la joven se suicida y los allegados a ella afirman que ha sido un accidente. Finalmente, algunas fuentes indican que en el momento de su suicidio, Lizzie estaría nuevamente embarazada.

Fue enterrada en el Cementerio de Highgate, y en el momento del entierro, Dante Gabriel Rossetti arrojó una libreta con sus poemas, ya que afirmaba que ella había sido su musa e inspiración para escribirlos.

Siete años más tarde, el marchante de Arte Charles Augustus Howell convenció a Rossetti de que sus poemas debían ver la luz, y le persuadió para que le otorgase el permiso para exhumar la tumba de Elizabeth Siddal y recuperar el manuscrito de poesía. Rossetti, que seguía traumatizado por el suicidio de su esposa y que se refugiaba en las drogas y el alcohol, accedió. Charles llevó a cabo la exhumación y recuperó las poesías de Rossetti. Cuando el pintor le preguntó por el cadáver de su amada, él decidió mentirle para darle consuelo: afirmó que su cuerpo seguía incorrupto, tan bello como siempre, y que su característica melena pelirroja había crecido hasta cubrir por completo el interior del ataúd.

Fotografía de Elizabeth Siddal
  • Relación con Dante Gabriel Rossetti

Dante era un pintor excéntrico, un hombre de carácter fuerte pero con gran carisma. No era el que mejor técnica pictórica tenía de la Hermandad, pero era el más persuasivo. Además, en su juventud tenía un gran atractivo. Lizzie era el foco de todas las miradas de los prerrafaelitas, y quizá fue eso lo que impulsó a Rossetti a conquistarla. Podemos suponer que él quería tener lo que todos deseaban.

Lizzie cayó rendida ante la arrolladora personalidad de Rossetti y prontamente comenzaron una relación. Aquí entran en juego varios conceptos: por una parte, los prerrafaelitas tenían un gusto por las “fallen women”, es decir, “mujeres caídas” (prostitutas, drogadictas, mujeres que habían mantenido relaciones antes del matrimonio), pero intrínsecamente a este “gusto” estaba el placer de “salvarlas”, de ofrecerles una vida mejor. Es una situación que varios pintores (Holman Hunt, el propio Rossetti) vivieron con sus modelos, y que podemos aplicar (con el debido distanciamiento) al caso de Lizzie.

Lizzie no era una prostituta, ni una mujer vulgar, todo lo contrario. Era el ideal de mujer virginal. Pero provenía de una familia humilde e iletrada, mientras que Rossetti era de una buena familia con intereses artísticos. Rossetti quería elevar la posición social de Lizzie a través de la formación, y por ello la instruyó en pintura y poesía, intereses que Lizzie tenía desde hacía mucho tiempo y que pudo desarrollar bajo la tutela de Rossetti.

Aun así, esa diferencia social le perturbaba. Christina Rossetti, brillante poeta y hermana de Dante, le advirtió que sus padres no aceptarían esa unión. Por otra parte, el crítico de Arte William Michael Rossetti, integrante de la Hermandad Prerrafaelita, alabó gratamente la belleza de Elizabeth, describiéndola como “la más bella criatura, a medio camino entre la dulzura y la dignidad.”

Dante se avergonzaba de los orígenes humildes de su amada, por lo que aparte de instruirla, le sugirió que modificase su apellido: de Siddall a Siddal, que, según el pintor, sonaba más sofisticado. Si bien la pareja se comprometió, tardaron muchos años en casarse, ya que Dante lo posponía deliberadamente hasta que por cuestiones de salud no pudo evitar el enlace. Un inciso relevante es que probablemente la relación entre ambos no alcanzó un plano sexual hasta después del matrimonio.

Es decir: Lizzie no tuvo relaciones sexuales con Rossetti hasta haberse casado. Esto tiene dos consecuencias clave: por una parte, mantiene el interés de Rossetti en Lizzie, ya que en oposición a todas sus amantes que representarían el amor carnal, Lizzie sería el amor espiritual, aquel que no puede alcanzar, más idílico y virginal. Por otra parte, la más importante a nivel artístico: crearía una idea de Elizabeth Siddal como un amor virginal que se reflejaría en las pinturas de Rossetti, ya que ella aparece representada como “mujer santa” y nunca de manera lujuriosa. Tras la muerte de Lizzie, la pintura de Rossetti atraviesa una fase en la que se obsesiona con la historia de Dante y Beatrice (La Divina Comedia), en la que Beatrice muere y Dante debe cruzar el infierno para conseguir su amor etéreo. Dante se identifica con el poeta italiano, y Lizzie Siddal es su Beatrice particular.

  • Modelo prerrafaelita

La carrera de Lizzie como modelo comienza con Walter Howel Deverell, que usó su rostro para encarnar a Viola en su obra “La doceava noche”, inspirada en la obra homónima de Shakespeare. Lo curioso de esta obra es que el pintor representa a Dante Gabriel Rossetti como bufón a modo de broma, sin saber que estaba representando a la futura polémica pareja en un mismo cuadro.

La doceava noche. Walter Deverell.
Detalle de Lizzie Siddal

William Holman Hunt le pide que pose para él en dos ocasiones. La primera, para su obra “Una familia británica convertida que protege a un sacerdote cristiano de la persecución de los druidas”, donde Lizzie aparece de perfil como miembro de la familia.

Una familia británica convertida que protege a un sacerdote cristiano de la persecución de los druidas. Holman Hunt
Detalle de Lizzie

La siguiente obra para la que posa con Holman Hunt es “Valentine salvando a Silvia” donde Lizzie interpretaba a Silvia. Desafortunadamente, Holman Hunt reelaboró esta obra quitando el rostro de Siddal tras recibir una crítica de John Ruskin. Ruskin, quien en un futuro sería mecenas de la propia Elizabeth Siddal, calificó su rostro en la pintura de Hunt como “común y vulgar”.

Entonces comienza a modelar para Rossetti, con quien comienza a haber sentimiento. Mencionemos que Rossetti pintaba bastante lento, así que aunque Lizzie modeló para su obra “El regreso de Tibulus a Delia” en 1852 aproximadamente, él acabó la obra después. Son de gran interés los bocetos que hizo Rossetti del rostro de Lizzie, que recuerdan a su posterior obra “Beata Beatrix”.

El regreso de Tibulus a Delia
Boceto de Lizzie como Delia. Dante Gabriel Rossetti

Entonces, en 1852 tiene lugar el incidente de Ofelia, mientras posaba para Millais, y a partir de esa experiencia traumática (y un poco de chantaje emocional) comienza a posar solo para su amado Dante.

Podemos ver su rostro en gran cantidad de obras de Dante Gabriel Rossetti, como “Dantis Amor”, “Las siete torres”, “San Jorge y la Princesa Sabra, “Regina cordium” y “Santa Catalina”. Si bien la más destacable es “Beata Beatrix”, un retrato póstumo en el que Dante habría reflejado la cara de su esposa tal y como la encontró el día que la descubrió muerta. En este cuadro, Beatrix alcanza el mundo celestial, es casi una santa, una virgen, un ser superior.

  • Pintora

Si bien como marido dejaba mucho que desear, como maestro de pintura Rossetti instruyó gratamente a Lizzie. Las obras de Elizabeth Siddal claramente tienen una deuda estilística con las acuarelas de Rossetti, pero apuntaban a un estilo propio que un ojo experto podría detectar. Y dicho ojo fue el de John Ruskin, uno de los críticos de Arte más respetados de la Inglaterra victoriana y el principal defensor de los Prerrafaelitas.

Rossetti ayudó a Lizzie a aprender a pintar, y le enseñó su obra a Ruskin, quien a esas alturas ya era amigo de Rossetti más allá de su admiración mutua. Ruskin reconoció el talento de Elizabeth y se comprometió a pagarle 150 libras anuales por toda su producción artística, fuese esta la que fuese: Ruskin quería tener sus bocetos, sus dibujos, sus acuarelas. Quería motivarla económicamente a desarrollar su talento. A crear cada vez más.

Las obras creadas por Lizzie tienen un aire melancólico inseparable de su propia personalidad y sus vivencias personales. También se ve claramente la influencia del primer estilo de Rossetti, correspondiente a ese momento, aunque gozan de mayor sentimentalismo.

Lady Clare. Elizabeth Siddal
Clerck Saunders. Elizabeth Siddal
La gesta del Santo Grial. Elizabeth Siddal
Sir Patrick Spens / El lamento de las damas. Elizabeth Siddal

Pero sin duda la obra clave para comprender a Elizabeth es un autorretrato en el que se presenta a sí misma en un alto grado de fealdad. Esta sola obra nos muestra el mundo interior de Lizzie. Más allá de ser la musa prerrafaelita o la bella esposa de Rossetti, así es como ella misma se veía. Su concepto del yo, impulsado por la grave depresión que sufrió durante años.

  • Poeta

Como hemos dicho, el interés de Elizabeth en la poesía surgió tempranamente cuando era una niña. Bajo la tutela de Rossetti, comienza a leer más y más poesía hasta el punto de sentirse preparada para ser poeta.

Su poesía nunca fue publicada en vida, pero ella se la enseñaba a Rossetti y a Ford Maddox Brown, quienes la animaban a seguir escribiendo. Veamos dos de sus poesías:

Amor y odio

No abras tus labios, tonto,

Ni me vuelvas tu rostro;

Las ráfagas del cielo te golpearán

Antes te daré gracia.

Toma tu sombra de mi camino

Ni te vuelvas a mí y reces;

Los salvajes vientos salvajes que tu canto puede cantar

Antes te pediré que te quedes.

Aparta tus falsos ojos oscuros,

Ni mires mi rostro;

Gran amor te aburre: ahora gran odio

Se sienta sombríamente en su lugar.

Todos los cambios me pasan como un sueño

No canto ni rezo;

Y eres como el árbol venenoso

Eso me robó la vida.

Amor muerto

Oh, nunca llores por el amor que está muerto

Como el amor rara vez es verdad

Pero cambia su moda de azul a rojo,

Del rojo más brillante al azul,

Y el amor nació de una muerte prematura.

Y rara vez es cierto.

Entonces no escondas una sonrisa en tu cara bonita

Para ganar el suspiro más profundo.

Las palabras más justas en los labios más verdaderos

Pasar y seguramente morir

Y estarás solo, querida,

Cuando los vientos invernales se acercan.

Dulce, nunca llores por lo que no puede ser,

Por esto Dios no ha dado.

Si el simple sueño del amor fuera verdad

Entonces, dulce, deberíamos estar en el cielo,

Y esto es solo tierra, querida,

Donde no se da el verdadero amor.

Podemos comprobar que sus poesías son tristes y nuevamente reflejan su mundo interior, acosado por la depresión y una frágil salud, así como las constantes infidelidades de su marido.

  • Conclusión

Aunque en su momento Elizabeth Siddal pasó a la historia como el rostro de Ofelia, aquel que exhala un último suspiro mientras la modelo se enfría en una bañera, y más tarde como la ignorada esposa de Rossetti, Siddal está siendo revalorizada en los últimos años como la artista y poeta que fue.